Pontevedra, 4 de Junio; los asociados de DIUR se concentran a las 10,30 horas en la Plaza de Galicia para coger el autobús con rumbo a Ponte de Lima, lugar al que, desde Póvoa de Varcin, han viajado nuestras pinturas para ser expuestas en el Hogar del Peregrino. Incidencias destacables en los trayectos de ida y vuelta: ninguno.
En pleno corazón del Valle de Lima, la peculiar belleza de la villa más antigua de Portugal esconde raíces profundas y leyendas ancestrales. Fue la reina D. Teresa quien, en la antigua fecha de 4 de Marzo de 1.125, otorgó carta de foral a la villa, refiriéndose a ella como Tierra de Puente. Años más tarde, ya en el siglo XIV, D. Pedro I, atendiendo a la posición geo-estratégica de Ponte de Lima, mandó amurallarla, por lo que el resultado final fue el de un burgo medieval cercado de murallas y nueve torres, de las que todavía quedan dos, varios vestigios de las restantes y de toda la estructura defensiva de antaño, haciéndose el acceso a la villa a través de seis puertas.
Al llegar, nuestros primeros pasos nos encaminan hacia el Museu dos Terceiros, un edificio de clásica construcción portuguesa que surgió en la década de los setenta del siglo XX, después de la realización de obras de restauración en la Matriz del Puente de Lima y de la consecuente falta de espacio para la colocación del valioso espolio del arte sacro. Fue en 1.975 cuando pasó a ser tutelado por el Instituto Limiano, una Asociación Cultural sin fines lucrativos, estableciendo su sede en el conjunto arquitectónico constituido por la iglesia e instalaciones anexas de la Ordem Terceira de S. Francisco, y designado por el Museu dos Terceiros. El admirable conjunto arquitectónico, constituido por dos iglesias, alas de apoyo (Ante Sacristías, Sacristías, Salas de lavabo), claustro, quintal y jardín, fue objeto de varias intervenciones desde la fundación del convento, en el siglo XV, hasta el siglo XX. En los edificios contrasta el arte medieval y la sobriedad monacal con el barroco de la Orden Tercera de S. Francisco
En pleno corazón del Valle de Lima, la peculiar belleza de la villa más antigua de Portugal esconde raíces profundas y leyendas ancestrales. Fue la reina D. Teresa quien, en la antigua fecha de 4 de Marzo de 1.125, otorgó carta de foral a la villa, refiriéndose a ella como Tierra de Puente. Años más tarde, ya en el siglo XIV, D. Pedro I, atendiendo a la posición geo-estratégica de Ponte de Lima, mandó amurallarla, por lo que el resultado final fue el de un burgo medieval cercado de murallas y nueve torres, de las que todavía quedan dos, varios vestigios de las restantes y de toda la estructura defensiva de antaño, haciéndose el acceso a la villa a través de seis puertas.
Al llegar, nuestros primeros pasos nos encaminan hacia el Museu dos Terceiros, un edificio de clásica construcción portuguesa que surgió en la década de los setenta del siglo XX, después de la realización de obras de restauración en la Matriz del Puente de Lima y de la consecuente falta de espacio para la colocación del valioso espolio del arte sacro. Fue en 1.975 cuando pasó a ser tutelado por el Instituto Limiano, una Asociación Cultural sin fines lucrativos, estableciendo su sede en el conjunto arquitectónico constituido por la iglesia e instalaciones anexas de la Ordem Terceira de S. Francisco, y designado por el Museu dos Terceiros. El admirable conjunto arquitectónico, constituido por dos iglesias, alas de apoyo (Ante Sacristías, Sacristías, Salas de lavabo), claustro, quintal y jardín, fue objeto de varias intervenciones desde la fundación del convento, en el siglo XV, hasta el siglo XX. En los edificios contrasta el arte medieval y la sobriedad monacal con el barroco de la Orden Tercera de S. Francisco
Como todavía es un poco pronto para sentarnos a la mesa, optamos por patear en grupo por el centro histórico de la villa. Nuestros ojos se posan entre incrédulos y seducidos en las fachadas de edificios que rezuman historia por los cuatro costados: la Biblioteca Municipal, con su varanda alpendrada; la Iglesia Matriz; la Iglesia de La Lapa, donde se encuentra la imagen del santo negro S. Benedito; y en la Plaza de la República destacan los monumentos evocativos a la reina D. Teresa y al poeta Antonio Feijó, así como el edificio dos Paços do Concelho e o Pelourinho. Nuestro asombro sube a cotas más altas al contemplar las casi tres centenas de metros del puente medieval sobre el río Lima, denominado por los romanos de Lethes, o río do esquecimento (acreditaban que quien lo atravesase perdería para siempre la memoria del pasado), en cuyo extremo opuesto se alza la singular belleza de la Iglesia de Santo Antonio da Torre velha (siglo XIX).
La comida transcurre en medio de un ambiente distendido. A las cuatro de la tarde (hora local), el autobús vendrá a recogernos para conducirnos al otro lado del río, en donde desde el año 2.005, del mes de Mayo a finales de Octubre, se realiza anualmente el Festival Internacional de Jardines, iniciativa inédita en Portugal y que viene al encuentro de las políticas ambiental y paisajista, de las que la villa se enorgullece. Para describir la gran abundancia de sus jardines efímeros, solo se me ocurre una palabra: fascinantes.
Tras un breve descanso en la cafetería del complejo, para refrescar el gaznate con un refresco o helado, el autobús nos lleva hasta el Hogar del Peregrino, lugar en donde se exponen nuestros cuadros. El acto inaugural está fijado para las seis de la tarde (hora local). Con un poco de retraso, debido a un acontecimiento luctuoso al que ha tenido que asistir, el doctor Franklin Sousa, Conselleiro de Cultura de Ponte de Lima, nos recibe en la sala de exposiciones, en donde con la proverbial cordialidad portuguesa nos agradece nuestra artística aportación al Camino de Santiago. María Teresa, nuestra presidenta, le muestra en los mismos términos la gratitud de la Asociación por su hospitalidad y le hace entrega del ya obligado jarrón de cerámica y el pergamino. Finaliza el acto con una intervención del compañero Javier Prado, y una ronda visual por las diferentes obras. En esta ocasión no hay convite; pero todos regresamos a Pontevedra con el mismo buen sabor de boca de los destinos anteriores.
Germán Pérez; Pontevedra, Junio de 2.010
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