Los miembros de la Asociación DIUR parten de Pontevedra en el autobús que han fletado, a las 10,30 horas del día 7 de Mayo, con destino a PÓVOA de VARZIN, para asistir a la inauguración de su exposición itinerante de pintura, ubicada en la cercana villa de Sao Pedro de Rates. Los viajes, tanto el de ida como el de vuelta, transcurren sin incidentes.
Póvoa de Varcin nos recibe con la consuetudinaria cortesía portuguesa. En pausado deambular por calles y plazas nos deleitamos con la contemplación de la típica arquitectura lusitana. Según la información que nos facilitan, nos enteramos de que la villa es anterior a la fundación de Portugal y el resultado de varias influencias del sur y el norte de Europa. Los primeros grupos de pastores se asentaron alrededor de la línea de costa en torno al cuarto milenio y el comienzo del segundo (a-C). Los túmulos, en los que los hombres depositaban a sus muertos, son los monumentos más antiguos de la comarca. La ciudad aparece como una villa romana llamada Villa Euracini, cuya economía se basaba en una fábrica de conservas de pescado. En 1.308, el rey D. Dinis aprueba una carta de la ciudad y ordena la creación de un Póvoa. El siglo XVIII es considerado como el siglo de oro para el desarrollo urbano de Póvoa de Varcin. Es entonces que la comunidad pesquera crece, y comienza la tradición de bañarse en el mar, lo que lleva a la aldea a la toma de función de ciudad cosmopolita en el siglo XIX, Belle Epoque. Con toda propiedad, se dice: “si es de los que disfrutan sintiendo la tierra que visita, tocándole el alma a través de los olores, sabores, la atmósfera… ¡Bienvenido a Póvoa de Varcin!
A mediodía el sol aprieta y nos introducimos todos en un restaurante para reponer fuerzas con un suculento almuerzo, en el que no podía faltar el tradicional bacalao.
En un corto recorrido de apenas quince minutos, el autobús nos traslada hasta Sao Pedro de Rates. Las pinturas ya cuelgan en las paredes del Ecomuseu Rates. Previamente al acto inaugural, el doctor……………….
Póvoa de Varcin nos recibe con la consuetudinaria cortesía portuguesa. En pausado deambular por calles y plazas nos deleitamos con la contemplación de la típica arquitectura lusitana. Según la información que nos facilitan, nos enteramos de que la villa es anterior a la fundación de Portugal y el resultado de varias influencias del sur y el norte de Europa. Los primeros grupos de pastores se asentaron alrededor de la línea de costa en torno al cuarto milenio y el comienzo del segundo (a-C). Los túmulos, en los que los hombres depositaban a sus muertos, son los monumentos más antiguos de la comarca. La ciudad aparece como una villa romana llamada Villa Euracini, cuya economía se basaba en una fábrica de conservas de pescado. En 1.308, el rey D. Dinis aprueba una carta de la ciudad y ordena la creación de un Póvoa. El siglo XVIII es considerado como el siglo de oro para el desarrollo urbano de Póvoa de Varcin. Es entonces que la comunidad pesquera crece, y comienza la tradición de bañarse en el mar, lo que lleva a la aldea a la toma de función de ciudad cosmopolita en el siglo XIX, Belle Epoque. Con toda propiedad, se dice: “si es de los que disfrutan sintiendo la tierra que visita, tocándole el alma a través de los olores, sabores, la atmósfera… ¡Bienvenido a Póvoa de Varcin!
A mediodía el sol aprieta y nos introducimos todos en un restaurante para reponer fuerzas con un suculento almuerzo, en el que no podía faltar el tradicional bacalao.
En un corto recorrido de apenas quince minutos, el autobús nos traslada hasta Sao Pedro de Rates. Las pinturas ya cuelgan en las paredes del Ecomuseu Rates. Previamente al acto inaugural, el doctor……………….
Nos enseña la iglesia románica y sus inmediaciones (a Praça, a Capela barroca, a Cámara e Pelourinho, a fonte de S. Pedro…). En un español impecable nos explica que Rates pertenece al concejo de Póvoa de Varcin y que fue elevada a villa el 2 de Julio de 1.933, bajo el nombre de Sao Pedro de Rates, una de las localidades de entre el Duero y el Miño donde más rápida y profundamente se alteró el paisaje rural, donde la tierra era fértil, el agua brotaba (en la Granja, en la Fuente Antigua, en el Gorgolito…), y donde las mujeres y las crianças del monte venían al final de la tarde a buscarla en cántaros. Y era en los lavaderos que todas, las del valle y las del monte, se encontraban. Por eso, se establecieron las casas de unos cuantos (pocos) grandes labradores, en un territorio, pobre y baldío; aquellos cuya riqueza mayor era la prole numerosa que “servía” en las casas de labor como trabajadores rurales o pedreiros de xisto. En la actualidad es una villa histórica con cerca de 2.500 habitantes. Sobre los orígenes de su nombre se dice que proviene del latín, Ratis, y que era lugar de paso de una vía romana. En un libro que describe la vida de los romanos en esta región: “As Mais Belas Vilas e Aldeias de Portugal”, se dice que esta villa era una de las poblaciones portuguesas más hermosas. A partir del año 110, Rates se desarrolló gracias al monasterio fundado por el Conde D. Enrique, edificándose una parroquia con el título “De Sancto Petro de Ratis”. Lamentablemente, a comienzos del siglo XVI el monasterio se desorganizó, lo que llevó a su deterioro en 1.517. Hasta que el rey Manuel I renueva el monasterio y con las reformas liberales en 1.836 pasa a formar parte del de Póvoa de Varcin.
Ultimada tan instructiva visita, pasamos al interior del Ecomuseu. Nos cumplimentaron el doctor José Maceda Vieira y el jefe del servicio de desenvolvimiento socio-económico doctor Paolo da Souza, a los que acompañaba doña Maria de Lurdes Ançioloto. Tras unas breves palabras de mutuo agradecimiento por nuestra aportación al Camino de Santiago y a la gentileza portuguesa por acoger nuestras obras, intercambiadas entre nuestra presidenta y las autoridades municipales y del Ecomuseu de Rates, Maria Teresa le hizo entrega al director de un jarrón que contenía un pergamino, similar al que ya obsequiara al gestor de la Cámara de Maia. Después, nuestro querido amigo Javier Prado nos deleitó con su poesía y bien entonada voz al interpretar un fado.
El evento culminó con un ágape ofrecido por nuestros anfitriones, en el que, además de los entrantes propios de la zona y apetitosos dulces, nos sirvieron una variada “cata” del incomparable vino de Oporto.
Germán Pérez; Pontevedra, Mayo de 2.010
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